Había pensado titular este post "Viaje por las repúblicas bálticas", pero después de estar por esas tierras dos semanas uno se da cuenta que lo único que tienen en común Estonia, Letonia y Lituania es justamente el mar Báltico, pero poco más.
Voy a intentar resumir estas dos semanas de viaje sin enrollarme demasiado. El 28 de febrero partimos Isidora, Gabriela, Raphaël y yo desde Berlín-Tegel hacia Tallin. El plan: en dos semanas, recorrer las tres repúblicas bálticas, pues el vuelo de vuelta lo teníamos desde Vilnius. En un principio habíamos pensado alquilar el coche, pero luego desistimos porque no era muy práctico y además se salía del presupuesto. Luego, visto lo que nos nevó y llovió, me alegré mucho de no tener que conducir por las carreteras bálticas.
Bueno, empecemos por el principio. Lo primero que me llamó la atención fue comprobar que Estonia es un país casi escandinavo: por lengua, por cultura, por historia y last but not least, por nivel de vida (y precios).
La ciudad vieja de Tallin tiene mucho encanto. Es muy medieval, con su castillo y su muralla, sus iglesitas más bien pequeñitas y sus calles empedradas. Nos hizo bastante frío, pero aún así fue muy bonito pasear por la ciudad durante el día (con paradas estratégicas cada par de horas para tomar un té o tomarse una sopa).
Vista de la ciudad vieja:
Aquí salgo con Raphaël e Isidora (yo soy la del abrigo-morcilla y bufanda blanca).
Isidora, Gaby y Raphael delante de lo que queda del castillo medieval:
Una de las cosas más bonitas que vimos fue la catedral ortodoxa. En general todas las iglesias rusas ortodoxas que hemos visto en este viaje han sido preciosas, porque están todas pintadas, llenas de mosaicos y de iconos, huelen a incienso y siempre hay alguna misa cantada. Están casi todas construidas en la segunda mitad del siglo XIX, que es cuando los zares decidieron "rusificar" todo su imperio, y aún hoy todos los carteles de las iglesias están sólo en ruso.
Algunos detalles de las calles medievales de Tallin:
Dos imágenes de Tallin al anochecer.
Hasta aquí la primera etapa del viaje. Mañana más.
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