viernes, 7 de noviembre de 2008

De la bruma, la noche y la gallina

Ayer.



Salgo de trabajar. Son las tres y media de la mañana de un miércoles. Enfrente, en la parada de taxis color crema y marca Mercedes, un taxista toca el violín sentado al volante. Le sonrío: lo cierto es que no acierta ni una sola nota, pero qué más da. Es un taxista tocando el violín sentado al volante en medio de la noche berlinesa: se merece más que una sonrisa.


Una densa bruma cubre Berlín. Cae una lluvia tan fina que no hace falta ponerse la capucha. Algo irreal flota en el ambiente. Miro hacia arriba, esperando encontrar la familiar silueta de la torre de televisión, pero apenas se adivina la base, de tan bajas que están las nubes. Qué bonito, pienso, el cielo tiene tonos morados. ¿Morados? Vuelvo a levantar la vista. Sí, el cielo es morado. Qué raro, pero qué bonito.


Me pongo los guantes, me arremango la pernera derecha del pantalón, me meto la bufanda por dentro del abrigo y echo a pedalear.


Salgo de Hackescher Markt, paso por debajo de las vías del tren, paso frente al Bang Bang Club, atravieso el parquecito de Monbijou y entro en la isla de los museos. La catedral, esta noche, también es morada.




¿Morada? Vuelvo a levantar la vista: qué pena, la causa de que esta noche berlinesa sea una noche malva tiene un origen muy poco romántico: el hotel que está frente a la catedral, y que hasta ese momento me había pasado siempre desapercibido, tiene unas enormes luces de neón violáceo que esta noche, por la bruma, se reflejan de forma especial. No pasa nada. Sigue siendo un cielo precioso.

Pedaleando, tomo la avenida Unter den Linden. Sigue sin haber ni un alma, ni un coche, nada. Sólo bruma, jirones de nubes. Paro la bici: me pongo los auriculares, conecto el iPod. Parece que soy el único ser que circula esta noche, así que puedo ponerme a escuchar música sin peligro de ser atropellada a causa de mi perenne empanamiento.

Vuelvo a pedalear, tranquila, sin prisas, notando la humedad en la cara.

Suelto una mano del manillar. Vaya, suelto la otra mano y no pasa nada. Es la primera vez que voy sin manos en la bici, qué ilusión. Varias decenas de metros más tarde vuelvo a coger el manillar, pero ya está: sé ir en bici sin manos. Qué ilusión, de verdad.

La única canción de Los Planetas que puedo escuchar sin que me dé un ataque de histeria suena en mis oídos: "No voy a decir que cuidaré de ti/ Ni siquiera sé cuidar de mí/ Es posible que sea yo/ Quien necesita que lo salven." Suspiro, canto.

De repente, suena una canción que me había descargado hace tiempo pero que todavía no había escuchado:




No me lo puedo creer.
Me pongo a reír yo sola. Yo sola, riéndome a carcajada limpia.

La gallineta ha dit que prou
ja no vull pondre cap més ou
a fer punyetes aquest jou
que fa tants anys que m'esclavitza.

I si em venen ganes de fer-ne
em faré venir un restrenyiment,
no tindrà coa més ou calent
el que de mi se n'aprofita

La gallina ha dit que no,
Visca la revolució!

La gallina ya no quiere poner huevos en este sistema que la esclaviza y se une a la revolución. Son las cuatro de la mañana en Berlín, hay una bruma morada y húmeda flotando en el ambiente, voy en bici, sin manos, y la gallina no quiere poner ni un solo huevo más. Y me encanta.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

La touche artistique ce billet intéressant me calme un peu...
Mais là je dois revenir plus-tard pour saisir tout surtout après un "buenos dias" virtuel qui m'a déstabilisé ...

Iván PG dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Iván Payá dijo...

O_O

Nefe, es el mejor post que he leído en mucho tiempo. Deja ya el bar y dedícate a escribir, que nos estamos perdiendo una escritora muy interesante. Bueno, pero lo de traductora no lo dejes, ¿eh? Jiji.

Me ha encantado el vídeo de Llach. Si tuviera un grupo, la pondría como intro para salir al escenario. ¡Es brutal!

Besos.

Olwen dijo...

Estoy con mi Kid-brother: este post es de lo mejorcito que he leído últimamente. De lo de tu curro no digo nada.

Gracias por hacerme "volver" a Berlín, y encima de color morado que es mi prefe... guau!

Besitos.

Anónimo dijo...

¡qué envidia más sana me da leerte!
me voy a meter a corregir exámenes porque ya llevo horas buscando excusas para no meterme mientras me quedo con la madrugada húmeda de Berlín flotando en el ambiente....
Son las 17'50 y empieza a anochecer en Barcelona. Es un sábado casero y solitario.

Anónimo dijo...

Fabuleux!! rien à dire ...

Nefelibata dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios... Abrumada estoy :-)

Y creo que me pensaré bien lo de cambiar de trabajo... cuatro meses de camarera empiezan a ser demasiados.

Besotes resacosos de domingo por la tarde.