Pero pocas me han impresionado tanto como la que vi hace un par de semanas en la sede del SPD de Berlín:
Puede que, a primera vista, esta foto no tenga la fuerza simbólica de unas milicianas empuñando las armas, de un soldado cayendo muerto en medio de la lucha, de unas trincheras llenas de soldados harapientos y sucios.
No es una foto heróica, de lucha o de muerte. Ni siquiera retrata el orgullo o la inocente ilusión del bando republicano durante los primeros meses de la guerra.
Es primavera del año 1937.
Las milicias de la cultura luchan contra el fascismo combatiendo la ignorancia.
Pero en las trincheras no hay libretas, lápices, ni pizarras.
Las milicias de la cultura luchan contra el fascismo combatiendo la ignorancia.
Pero en las trincheras no hay libretas, lápices, ni pizarras.
Por eso, un miliciano que ejerce de profesor en su tiempo libre ha decidido impartir su clase en el cementerio: allí sobran lápidas negras en las que escribir el abecedario. De pie, frente a la tumba de Don Alejandro Miota e Inurrigarro, enterrado un par de años antes, escribe palabras simples para que sus alumnos practiquen: lona, leña, alma, sapo, piña, baba, lote, sima.
Los milicianos han apoyado sus fusiles y colgado sus cintos para que no les molesten durante su tarea. Ahora son alumnos que escriben aplicadamente la lección en sus trozos de papel.
Aunque alguien pueda considerar esta imagen un simple reflejo de la vida cotidiana, incluso como algo anecdótico y sin mayor valor, para mí esta instantánea resume el espíritu y la tragedia republicana.
En medio de la guerra, la educación de los milicianos es tan importante para ganar la guerra contra los fascistas como lo son las armas. Es el primer paso hacia la revolución.
La Iglesia ha dejado de ser sinónimo de opresión, se le ha perdido el miedo. Sus cementerios son ahora lugares idóneos para improvisar clases de lectura.
Puede que los milicianos hayan elegido esa lápida en particular sólo porque resultaba perfecta para lo que andaban buscando: es grande y de piedra negra. Pero el rimbombante "Don" y el largo apellido aristocrático le da valor de símbolo: el pueblo se educa y se alfabetiza sobre la lápida de la nobleza.
La foto fue tomada por Hans Gutmann, un alemán dedicado en cuerpo y alma a la causa española. Tanto, que se nacionalizaría español, cambiaría su nombre al de Juan Guzmán y se exiliaría a México.Los milicianos han apoyado sus fusiles y colgado sus cintos para que no les molesten durante su tarea. Ahora son alumnos que escriben aplicadamente la lección en sus trozos de papel.
Aunque alguien pueda considerar esta imagen un simple reflejo de la vida cotidiana, incluso como algo anecdótico y sin mayor valor, para mí esta instantánea resume el espíritu y la tragedia republicana.
En medio de la guerra, la educación de los milicianos es tan importante para ganar la guerra contra los fascistas como lo son las armas. Es el primer paso hacia la revolución.
La Iglesia ha dejado de ser sinónimo de opresión, se le ha perdido el miedo. Sus cementerios son ahora lugares idóneos para improvisar clases de lectura.
Puede que los milicianos hayan elegido esa lápida en particular sólo porque resultaba perfecta para lo que andaban buscando: es grande y de piedra negra. Pero el rimbombante "Don" y el largo apellido aristocrático le da valor de símbolo: el pueblo se educa y se alfabetiza sobre la lápida de la nobleza.
Feliz día de la República con algo de atraso.
1 comentario:
Americo Castro a dit dans Réalité de l'Espagne "L'histoire doit maintenir vivante la vie."
Avec Nefelibata, il faut ajouter le mot Photographie ...
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